La obsolescencia programada o planificada es la determinación y programación del fin de la vida útil de un producto, de modo que, tras un período de tiempo calculado de forma premeditada por el fabricante o por la empresa durante la fase de diseño del mismo, éste se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible por diversos procedimientos, por ejemplo: Falta de repuestos, induciendo a los consumidores a la compra de un nuevo producto que lo sustituya. La función de esta técnica es generar mayores ingresos debido a compras más frecuentes, que redundan en beneficios económicos continuos por periodos de tiempo para las empresas o fabricantes.

El iPod causó controversia debido a su batería de corta duración irreemplazable
El objetivo de la obsolescencia programada es evitar crear productos de calidad, sino exclusivamente el lucro económico, no teniéndose en cuenta las necesidades de los consumidores, ni las repercusiones medioambientales en la producción continua, y mucho menos las consecuencias que se generan desde el punto de vista de la acumulación de residuos y la contaminación que conllevan. Para la industria, esta actitud estimula positivamente la demanda, al alentar a los consumidores a comprar nuevos productos de un modo artificialmente acelerado si desean seguir utilizándolos.
El primer producto afectado por la obsolescencia programada fue la ampolleta (lámpara incandescente). Aunque usted no lo crea, los primeros primeros diseños de ampolleta aún están en funcionamiento desde el año 1901. Luego se crearon prototipos de 1500 horas de duración, y aparecieron varias compañías dedicadas a su fabricación. Al principio el objetivo era crear bombillas más durables; sin embargo, todo cambió cuando se estableció una duración máxima de 1000 horas de uso, y que penalizaba a los fabricantes que violaran la nueva norma. En aquel entonces la conciencia ecológica y de derechos de consumidores eran prácticamente inexistentes entre la población y las empresas, por lo que la sociedad de ese entonces terminó tolerando esta práctica, que aún se mantiene.

La Centennial Light es la bombilla de luz más duradera del mundo, encendida desde 1901 y casi nunca apagada. Está en 4550 East Avenue, Livermore, California, EE.UU.